El otoño acaba de asentarse en la ciudad de Pisa. Todavía se estaba despegando de los vestigios del verano como, por ejemplo, ciertos calores inapropiados para estos meses; además las hojas todavía no mudaban de color. Pero desde ayer que el otoño es otoño al fin.
Justamente ayer tuve que hacer unos trámites y al regresar a casa, me percaté lo lindo que le queda esta estación a la ciudad: el viento frío que te despeina cada vez que hay que cruzar el río Arno, las hojas rojas de los árboles y algunas pocas que vagan por esas veredas que han pisado miles y miles de turistas al año; las conversaciones alegres de los universitarios que comenzaron a cursas apenas unas semanas atrás en la prestigiosa Universidad de Pisa (la misma que tuvo como alumno a Galileo Galilei); el aroma del café italiano, que tiene más sentido ahora que en el verano, y, por supuesto, la moda otoño/invierno que ya se empieza a ver por las calles de esta pequeña ciudad italiana.
¡Qué lindo que te queda el otoño querida Pisa!
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